lunes, 30 de mayo de 2011

Jorge Campero: poemas.

Jorge Campero














Trágame Tierra

Sobre que estamos mojados tiritando bajo ensarradas calaminas / aleros media agua / rasgados relámpagos rasguidos con truenos / cuerdas metálicas último capotraste / fa aullando en octavas / llueve mansamente llueve / anotado por los ojos de las ventanas / uno tiene que estar a la intemperie / gran patio con cosas agarrando humedad / tendido en la hamaca escuchando redacciones del agua / al fondo dos veteranas hablando de orquídeas / geranios / un ¡Jesús dí! en la boca / que cuándo escampará el mal tiempo / los zancudos y su cumbia incorporada / Úrsula corretea una última gallina para el picante de Año Nuevo / todo se nubla / hasta el recuerdo con sus gallinazos de oro / llueve / es Macondito / si Ud. escuchara las toses que da el cielo cuando se le ocurre llorar sobre sus huellas / de nada / ganas de joder / carraspeada voz cantando canciones con alfileres perpendiculares / descarga eléctrica enceguecedora / después / todo ocreplomoscuro / oscuridad de las tormentas / ¡trágame tierra! / rayo que parte en dos y no contenta / Ud. me subdivide /



Perdóname mi cielo

Esto de escarbar el centro también es escarbar con un mondadiente / tan acostumbrado a que el paisaje sea interior / con removidos adoquines levantando otra pared y las otras son ficciones por llegar / de a pedazos para hacer otra ciudad / ¿Dónde el árbol seco con el plantado busto bañado en color oro del señor Pérez Velasco? / ¿El atrasado reloj con millares de citas también a ciegas? / He esperado con un sol de las 4:00 p. m. mirando el paisaje lunar / saludando puntualmente a las vivanderas de las aceras y aulladores anunciando la llegada a destino / Espero que recuerdes cada amarillo de las horas del sol / toda ciudad sobrevive a los adioses y embarrancados pasos vacilantes de los tomadores sin sed / sonámbulos en bares trasnochados acordándose de quién costuró sus corazones / creo me veo chistoso cuando se me olvida la letra de la canción / abrazado a la rocola soy un cantante de cine mudo / esos hilvanes / el traquetear del amor son parecidas máquinas overlook Singer / convirtiéndose
en cómplices de robo o delatores de lo ya matado/ pedaleando la máquina de la irrealidad / con la eterna historieta “juro…es la última vez” la última de ayer de mañana y el retorno de la letra / de la sed nupcial / trastabillando / un picante ají silbando para adentro / trabajo es tener sed / no es fácil desdecirse o ser siempre un perjuro a boca de jarro o santiguarse por estar escuchando visiones / Tú sabes… mi cielo / ¿al menos intuyes este corazón artesanal? / No mirarte más mi muchacha embluyinada…va a ser una joda mortuoria / Nuestras vidas clausuradas serán las puertas cerradas de todos los cines Roxy del mundo / Antiguos días con sala oscura y susurro de los “jovencitos”/ Nosotros en función de noche doble / Perdóname mi cielo…el sabor de este pitillo es el sabor de esta noche algo fría y fría madrugada en que quisiera tener la alegría de las luces de neón que parpadean…ya roja…ya amarilla… verde… naranja…azul…otra vez naranja y abrazarte y que lleguemos a la otra orilla cruzando un puente colgante y subir las gradas de la Pichincha porque creo que es mi última batalla/



Tania

                                                                   ¿Nada será mi nombre alguna vez?
                                                                   ¿Nada dejará en pos de mí en la tierra?
                                                                   Al menos flores, al menos cantos...
                                                                   ¿Acaso en vano vinimos a vivir, a brotar sobre la tierra?
                                                                   Tamara Bunke



Ronco viento arrecia los maizales en las poromas el arroz barbecho / húmedos días vienen por nosotros / turbias nubes / y mientras siento caer sus gotas un poema en tus labios / sobre el verde entristecida canción de inundadas playas / creo en ellas oí / arriba el guerrear de refucilos truenos y llamaradas eléctricas/ hoy han vuelto otra vez los recuerdos con la lluvia que siento caer / ahogada llamándote piedra arrastrada por la corriente / palizada dentro / río abajo / Vado de Yeso / y yo sé que al golpear tu ventana en tus ojos también lloverá / guareciendo lo que queda y acompaña y el mal tiempo lo permite y que no cumplió / en el río Masicuri / me remito a que estamos acorralados en un anillo / acompañados por el espíritu de los árboles / con la lluvia que siento caer más yo sé que al golpear tu  ventana / claveteados por alfileres de la lluvia / el lloro de la tierra colorada que nos tocó besar / en tus ojos también lloverá / entrecortada / estática en banda corta las noticias que hablan de tí / la lluvia cae lejos / con los ojos chuítas / eternamente abiertos / bajo un techo de calamina / grave te quiero /




A la memoria de
Haydée Tamara Bunke Bider
asesinada el 31 de agosto de 1967
en la emboscada del Río Grande



El tequila del mariachi

Me sabe a pólvora que se llevó uno vivo / a perro mudo envenenado huelo / rezo por redimirme de este purgatorio / agua viva rasguñas el buche / el animita se santigua / -paisaje con guajolotes y caballo muerto- / encielado pero me abajaron / dicen que dicen los amores de cantina / no duran ni el luto reglamentario / -me lo dijo un matrero- /
Amigo / aguántame este berrinche / siquiera un tantito / hazme un pie de gato / la resaca hace su trabajo / aún la llevo conmigo / como una 30-30 en bandolera



Día de feria

Arrobas de arroz cerdos degollados pelados corderos colgados patas  al cielo / banco de aquietados pescados / ladridos de perros / quintales de papas / amores de pavos con gallinas / golondrinas con letra  indescifrable / playones de huevos níveos o canelas / canastas de panes / adobes de quesos / pirámides de naranjas / paltas tomates cebollas yucas sandías plátanos piñas soles de mandarinas / calle abajo inundación de flores y verduras en las aceras con gentes apresuradas / aromáticas hierbas / toldos o chiwiñas / sentadas montañas / conversa casera / asoleados varitas / vivanderas en su metro cuadrado de patria / changadores con enormes piedras doradas / chinchulas sangrantes corazones de toro / vaca / otros apoyados en las paredes / morado api caliente dorado buñuelo / cluecas musicales por la radio / el modesto café con pan marraqueta de los guerreros que se guarecen de los tempestuosos aguaceros / alguna loca bailando cuecas / en la fritura por sus noches aulladoras conjuntamente los de la nada / cacareos de anafes Primus / el ojo de las sopas de maní / etcétera / en esta exposición pictórica / el tambo salido a las calles / coloridos vestidos colorida fiesta y las doñas de los sábados de mercado danzando entre lo enumerado e inventariado.


El estercolero, la República
y la adorable Margot

Algunos cerdos viven sin hacer industria
Medrando prácticamente cualquier clase de pienso
Berracos todopoderosos
No sólo se alimentan de hierbas y suplementos proteicos
Engordan con patatas crudas nabos
Todos los marranos juntos y asociados son muy felices
Gustan de las alcachofas
Miríadas de lechones cruzan por nuestro ancho cielo
Cerdos perfumados paseando con flores
Negocios redondos los gordos encebados en la pensión del Estado
Chanchos masticadores de pobres
Retozando en los jardines de la República
La geografía nacional es su estercolero
Somos los primeros productores de compost del mundo
De detestables políticos corruptos dirigentes sindicales
Cerdos mundiales
Cerdos de campeonato
Cerdos de dios alimentados con oro en polvo
Revolcados en nuestro barro
Este país de la chancaca sabe a otros tan salado…
¿tendrá mejor destino que la adorable Margot?
-machorra trabajadora sexual-
Con melancolía dominguera.

Jorge Campero (Tarija, Bolivia,  1953 ).Autor de obras como «Promiscuas» (1976), «A boca de jarro» (1979), «Árbol eventual» (1983, 2009), «Sumarium común sobre vivos» (1985), «Musa en Jeans Descolorido» (2001, 2009), «Poeta sin Pedigree» (2002), «Jaguar Azul» (2002, 2005, 2007, 2009). Es el único poeta galardonado en dos oportunidades con el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal el año 2001 con la obra «Musa en Jeans Descolorido» y el 2002 con «Jaguar Azul», este último libro reeditado en Buenos Aires (Argentina) en 2005 por Alción Editora y en Santiago de Chile (Chile) en 2007 por Editorial Ayun.  Ambas obras fueron reeditadas el año 2009 por Editorial Plural y presentadas en el marco de la Feria Internacional del Libro en La Paz.  Pese a que la obra poética boliviana no tiene mucha oportunidad de difusión en el ámbito internacional, la obra «Jaguar Azul» fue uno de los 10 mejores libros de América Latina en la XII Feria Internacional del Libro de La Habana, Cuba, el 2003. Dirigió las revistas «Camarada Máuser» (1982), «Siesta Nacional» (1988), «El cielo de las serpientes» (1994) junto a Rubén Vargas, Edmundo Mercado y Juan Carlos Ramiro Quiroga con quienes conformó el grupo literario «Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis».   Desde 2006 edita «Mar con Soroche», revista literaria publicada por un colectivo de poetas de distintas nacionalidades de Sudamérica en el marco de un proyecto de acercamiento entre poetas de Bolivia y Chile.  En 2009, a tiempo de participar en el VIII Encuentro Literario Internacional Cataratas del Iguazú, realizado en Puerto Iguazú en septiembre de 2009 con la presencia de escritores de 15 países, viene promoviendo el proyecto internacional «Poetas por la integración y la paz» junto a escritores de Paraguay y Argentina. En la última Feria Internacional del Libro en la ciudad de La Paz, también se presentó el libro infantil «Las huellas del Jaguar Azul», texto en el que a los poemas de su obra premiada «El Jaguar Azul» acompañan ilustraciones de los niños de la Escuela «República del Japón» de la ciudad de La Paz, como parte de la Colección pata pata que edita el Espacio Simón I. Patiño. En próximas semanas será publicado el poemario «Corazón Ardiente», a cargo de Editorial Plural (La Paz).


martes, 24 de mayo de 2011

Ramón Palomares: Poesía.

Ramón Palomares.
















SALUDOS

Saludos, precioso pájaro.
Y no abandones el oro de las plumas
entre aquellas nubes
ni pierdas el canto en el dominio de los truenos.
No sea que pases del cielo
y quedes preso en los astros.

De viajes, cuánto se ha perdido,
cuánta ola estrellada en el acantilado,
mientras tus alas
robaban fulgores al poderoso perro del cielo.
Y cuánto de lluvias,
de verano, de hierba roja
por la implacable estación.
O de gris, nieblas y continuado fantasma
frente al joven enamorado de barcos.
Los vecinos perdidos,
el llanto de amigos
que he visto secar en paños
por olvidos e irremediable paso.
Ni qué decir de la muchacha
cuyo pecho hasta ayer fuera tan liso
y que luego se ha visto
como exquisito racimo.

Saludos.
Pero, amigo de viajes,
¿cómo poder contar las pérdidas,
ventas que se han hecho,
nuevas adquisiciones?
Y si la modesta familia
vende las posesiones de provincia
y compra apartamentos confortables,
¿no hemos vendido al corazón
y una y otra vez
cambiado los pareceres de conciencia
para entender mejor las noticias a la semana?
Y mientras tú por el pasado año
te entregabas a los aromosos cielos del norte,
aquí las muertes y los nacimientos
cambiaban las cuerdas del buque
y hacían trastabillar al viejo.
Y mientras robabas a ese perro
los bellos fulgores,
el oro para majestad en tus alas,
los cambios de ciudad,
las venidas al amor,
los cantos de una ilusionada nube
que nos ahogara en deseos
pintaban nuevas y extrañas figuras
en la quilla del buque.

Y entretanto no había más
que el incesante brillo
y el incesante batir de esas alas
sobre espumas y ciudades,
sobre campiñas y lejanas praderas;
más allá de las torres establecidas por la
caída de la noche.
No había más que esos ojos absortos,
fijos hacia el norte o el sur,
la cola firme,
a manera de timón,
y el impulso
y la ruta que algún hilo indicaba.

Y el cielo, y los aromas
de flores muertas o recién abiertas
y los aires cambiantes.

Y nada más había para ti,
amigo de viajes;
las idas, los regresos
encontraban esas pupilas
quietas, serenas, tendidas
en medio a las carreras que el cielo juega.

Saludos.
Apenas para ti hay tiempo de cantar
en el delicioso jardín
y sacudir en el estanque las alas
allí donde el viento no ha podido vencer.

                      
EL NADADOR

Seas bello, joven nadador,
levantado sobre las aguas,
ajustadas tus piernas y cada brazo al muslo.
Bello como el mástil que alcemos al día soñado.

Ni tus cabellos sean irrespetados por el viento
ni tus labios tiemblen.
Más bien parezcas al sol,
divino en su postura, y, desnudo,
seas como rosa amanecida hoy para la aventura mortal.

Sólo un pájaro distinto
descendiente del más alto ramo del cielo
sea igual a tu cuerpo
en la maravilla del salto.
Al desafío de los aires
penetras sus dominios
y en la caída silbas tu cuerpo.
Ni una rápida estrella
igualaría esa delicadeza:
el arco mágico de tu pecho
que se abalanza al agua desconocida.

Seas impuesto sobre los voraces
y la gran injuria de la espuma
errante, sabia de otros odios,
no llegue a tu boca
ni entre a tu garganta como el leopardo de muertes.

Pase un navío cerca de ti,
bella sus velas, altos sus mástiles,
con aves en derredor.
Y te sea descendida una embarcación de descanso.

Caiga del cielo un ramo salvador
y asido al fulgor de sus hojas
abraces el día siguiente.

O más bien te sea otorgada una isla
toda llena de la flor pasionaria.

Seas salvado, joven nadador,
hoy allí, frente a la casa del cielo.
Lejos sólo una llama, débil palma
preciada como salvación.

Las aguas caídas en los años pasados
no desconozcan al joven nadador
ni dejen de tejer sus paños en el día triste.
Y traiga el encanto dorados caballos
y el cielo de aquella ciudad
donde el invierno llora.
Baste para él el amor,
igual que antes bastara la margarita
para sus elevados misterios.
Y brille siempre el aire sobre él
y una luz sea sobre su cabeza.

Recuérdase para el joven nadador
los altos árboles
en los montes esbeltos y soberbios
a la hora de la muerte y la huida de aves celestes.

Quien fuera sueño de los días,
oro a los ríos,
recordador del sol;
bien va sobre las aguas
a terminar su corazón en los temibles hielos,
la garza helada de las alturas.

No bastan los ejercicios de esta adorada ribera,
se escuchan por el monte los terribles lobos.
No basta la contemplación:
Perseguidos, como la flor astromelia
igualmente asesinada.

Y en tiempos ya ajenos a la memoria
un resplandor devora su casa.
Aparece en su corazón un ramo,
una fragante maceta de lirios,
un apasionado y rebelde astro.

Un ave larga y radiante
pasa sobre los ojos para el efecto de maravillas:
Un reino para ti,
joven, bello nadador,
para holganza de tus miembros.
Y esta extraña mansión alza sus tigres a las estaciones,
a las lenguas del astro.
Sean entonces los sueños arrancados al cielo
por un joven que abre sus brazos al agua desconocida,
ajeno a toda perfidia.
A pesar de la luz maldita,
la perdición de estas hojas que bailan las nubes,
las furiosas bestias habitantes del corazón.
Aparezcas no comido por el vestido cruel,
no atrapado en redes, la traición
y la humillación de los rangos altos.

Seas el limpio, dulce paño de las noches,
y aparezcas, joven, bello nadador,
arriba del milagroso altar,
igual que la estela invitadora al bien.
Seas llevado por los días,
el mar, gran atormentador de los navíos solitarios,
el agua armada,
puro de orfandad, sano sobre los peligros.
Vayas siempre asido al cielo
sobre las brisas y altos fuegos de tormento.
Digno amparado de la luz,
joven, bello nadador,
hoy y para siempre colocado más alto que esta flor limpia
salida de tu boca a los terribles,
locos, voraces cielos
a que se enfrenta el corazón.


PALABRAS DEL ACTOR

Te inicias en los jardines de escena bajo máscara secundaria,
en tanto los actores principales se acribillan
y la primera actriz rueda en las falsas sangres del amor.

Te inicias vestido con traje pálido, preferible al principiante,
y de escarlata en sus ropajes y modos
los que están en el vértigo mayor.

Los primeros días serán perdidos a la acción.
Entonces hay que dedicarse a conocer la magia del ademán
y los grandes azares corridos en la tragedia
para conmover a los públicos;
así como los lugares donde colocarse en lo futuro
al errar de la fama en los labios de un papel importante.

Ocurre lo mismo con los colores y cielos
y la sapiencia de modulaciones
según los festones del techo raso sean grises trágicos
o raso del porvenir.

Conocerás que la compañía está regida por fuerzas
ajenas al actor, y que después la temporada
pasará a otras variedades, en tanto los astros
cargan en sus estaciones las llamas del teatro.

Y de la rosa pálida caeremos al sangrante girasol
y estaremos envueltos en los dorados mantones de amor;
y hénos aquí: galantes y apasionados
distrayendo el corazón de la jovencita
o los lechos de la esposa olvidada
vestidos con el esmero rojo del celo
o cantando en las ventanas ilusas, al castillo de la amante;
y ardemos así en falsas llamas
apenas brillantes para una clase de espectador
no enterada en tales asuntos.
Mas, ¿no es cierto que aquí entramos a los fogosos besos del
                                                        {trágico
con un pie en el ridículo y otro en las plazas gloriosas?
Comenzarías una edad prestigiosa después del amor
tras abandonar algunas galas sentimentales
y vestirte al modo cínico del payaso
que atiende más a los lados frívolos
realzado ante las vistas por el color estallante.

Y en tanto cruzamos por el burbujante jardín dado a deseos
                                                        {y placer
y rosas salvajes y el animal lanzado a carreras desenfrenadas.
¿No has sentido cómo un día, cuando no lo esperabas
salta la flor distinta y planta en la alegría
el color melancólico de la violeta,
cierta nota de ausencia
que distrae los vicios y llama una desventaja a la risa?

Y después, disfrazados de hastío erraremos en los carnavales
y amoríos de jóvenes
como los señores de conversación, sentados al margen
o más bien adentrados en plan de consejeros.
Así te verías en las nubes tediosas del espectáculo
cuando comienza el fastidio de los repetidos papeles
de príncipe y bufón y caballero pródigo.
Pues el viento de hastío cruza las elegantes salas
en tanto uno pasa hacia lados opuestos
entre lucientes ropajes y la gala de falsas joyas
encarcelados en la verdeoscura decoración
llena de ilusas fuentes o cisnes de ocio, cerca de aves
                                               {imaginarias,
¿Y qué resta después sino un giro trágico y violento,
la representación paternal del sacrificio
en un día cuando los públicos estén menos conmovibles
y sea necesario lanzarles un lirio negro sobre el rostro
y entonar la canción ridícula del suicida?

Y luego caerás con la máscara a sus pies
semejante a un anuncio celeste.


LAS COMEDIAS Y LOS DÍAS

Todos los colores son trágicos
desde la barba púrpura que señala los días de sol
hasta el azul, denotador de los mares
y que es más amable a los públicos.

No se representa en diciembre con trajes amarillos
ni se hace ostentación
más bien cúbrese con violetas y tulipanes la voz del actor
y de uno a otro lado hay telas vaporosas
semejantes al llanto.

No pondrías a diciembre en los límites de abril
y mayo sería incompatible con octubre
de estas maneras cada época alumbra en los soles del mes
sus propias flores
y conoces que aquella que se jacta de su olor y brillos en junio
no tendría iguales condiciones por noviembre,
asimismo los vientos emplean otras banderas de color
en sus mariposas y aves.

Lo propio sucede entonces con las damas
y observarás que los incitantes escotes
no están irremediablemente bajo la rosa Reina de las Nieves
o consagrados a la orquídea de melancolías,
pues a otra ocasión
fulge bajo el astro rojo de sus suertes
la aguamarina familiar a Capricornio
o estalla en la piel suave y blanca del cuello la dalia del sol.
Correspondiendo a estos motivos cruzamos por los ojos del público
en poses apropiadas
y a ejemplo de ello caeremos de rodillas en octubre
ante las tumbas ilusas;
cuando el aire celebra los fieles difuntos.

A cambio de ello haremos una rama de fuego en las juventudes
de febrero
bailando el lujoso tambor tocado por las demencias
hasta caer como insectos impuros sobre los sexos
y los vestidos rotos de cada uno en la parte de las piernas.

Celebramos alegres nupcias en abril
adorando la margarita
sumidos en sueños, con niebla mágica de amores y viajes
y allí, acostados con la damisela del lecho
llegamos al momento de oro
cuando la compañía, inclusive la muchacha trágica,
tiene los ojos menos preparados a la circunstancia dolorosa.

Y el público nos aplaudirá delirante
junto a las mujeres vestidas de tela liviana
y con sus encantos más a la vista
bajo el hechizo de lilas.

Después seré la andanza por campos de julio y del agosto
que ya pesan al calor de más de un incendio
en los cabellos de las jovencitas.
Y allí la presentación de una pieza frívola
para caballeros y damas de edad
iniciados en prácticas amorosas de mayor audacia
y, desde luego, menos escrupulosos en sus manejos.

Entonces no habrá otro color que el del alhelí
bajo  el cual asoman las damas sus manos
lujosas por la joya.
Y allí desearemos prolongar la comedia
porque en octubre la moda dicta muertes de violencia
mezcla de azules de tempestad y el vino de obispos
hasta llegar al color cardenalicio
semejante a los vientos oscuros sobre el tejado
y las ruinas de casa en las efervescencias del incendio.
Y aquí es donde arrastraremos
para sorpresa de la amable charla de las meriendas,
en medio a la bebida,
arrastraremos ante los asistentes
un joven apuñalado por celos,
y los esposos suicidas y las mujeres crueles
asustadas en el desastre de sus amores.

Y nos llevaremos la mano al pecho
y cruzaremos el teatro de uno a otro ángulo
con exclamaciones sorprendidas
para desmayarnos poco después, en el más alto clima del juego.
Y por último un tulipán negro es la señal representación
y nos verías de riguroso luto
o bien cerrados de blanco,
y los presentes, acongojados en sus sitios,
temerosos de la próxima ocurrencia,
pendientes de la tragedia donde todos los actores están condenados;
y observarás que la mujer
oculta su cuello con lirios
y el techo está gris, matizado
por rojos y negros en sitios convenientes.

Entonces alguien da la alarma
y todos, irremediablemente perdidos,
caemos como extraños astros en el abismo.

MÁSCARAS

He aquí que existimos en el límite de la mentira
que nuestra vida es impalpable
que estas personas representadas pertenecen
a un dueño de otro orden.

Cumplimos cabalmente en escena
ante el gran público. Así recreamos bajo los astros
y acudimos a una cita en los vientos
saliendo al paso de nuestras fiestas.

Nuestro corazón está prestado a otros personajes,
murmuramos un sueño y nuestros labios no son responsables,
somos bellos o nobles según las circunstancias.
Nos asalta un delirio azaroso
y caemos en los escenarios bajo una voluntad extraña.
Y no tenemos vida,
pues andamos sobre ruedas en un país desconocido
cuyas flores nos interesan de manera frívola
y cuyas mujeres nos aman en alcobas de falsedad.

Producimos un fuego y su corazón azul
crepita con más fuerza que el nuestro
en tanto arden los leños a la manera de sangre.

Nos permitimos ser extraños. Falsos.
Llevar una emoción no sincera.
Mientras andamos, desterrados de nuestro cuerpo
en un interminable paseo.


PEQUEÑA COLINA

Pequeña flor blanca eres,
así te llamaría quien va a casarse.
Pequeña colina eres,
así te nombraría quien caza perdices.
Pequeña taza de oro eres,
así te llamaría quien bebe su licor.
Pequeña corriente de leche eres,
así te diría quien lave su cabeza bajo el sol.

Pequeña colina que duerme.
Pequeña colina echada como una gallina.
Pequeña colina como una cabeza de plata.
Pequeña colina como una fruta que orea.

Ponte cinco flores en el cabello:
Flor roja para tu alegría, para sonreír.
Flor azul para tu amor, para abrirte los senos y darlos.
Flor morada para llorar como una llovizna triste.
Flor amarilla para cantar con la luz.
Flor blanca, flor blanca, flor blanca,
esta última para que una ilusión ande en ti como la nube.

No hables de tristeza tú, pequeño malabar,
oye la luna comer maíz,
oye las estrellas picar las hojas del guamo.
No bebas la leche de un árbol triste,
mira correr los perros de caza,
bebe agua en el arroyo, lejos, donde van los perros de caza.

Pequeña, como las piedras de los ríos tú eres;
tú pintas el poblado de rojo pequeña colina,
tú eres como un ave para enjaular,
tú cantas y tu boca brilla por tu canto pequeña colina.

Como el manto de la serpiente coral
así de bella tú eres.
Así como el vestido de la orquídea blanca
tú eres de amorosa pequeña colina.

Y te llamarán como una pequeña loma
y en ti pondrán una bandera dulce y tierna.


Ramón Palomares ( Escuque, Venezuela, 1935) Uno de las grandes poetas actuales en lengua castellana. Maestro y especialista en lenguas clásicas. Personaje central del grupo Sardio y de El techo de la ballena, expresión de la vanguardia poética en su país. Libros de poemas: El reino, 1958; Paisano, 1964; Honras fúnebres, 1965; Santiago de León de Caracas, 1967; El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas, 1969; Adiós Escuque (Poemas 1968-1974); Elegía 1830, 1980; El viento y la piedra, 1984; Mérida, elogio de sus ríos, 1985; Poesía (Antología), 1985; Alegres provincias, 1988; Lobos y halcones, 1997. Más recientemente Casa de las Américas editó su antología En el reino de Escuque, 2006. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura, en 1974 y el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, 2006.





          

Juan Manuel Roca - Biblia de pobres - parte2

Juan Manuel Roca - Biblia de pobres - parte1

Juan Manuel Roca: Poemas.

Juan Manuel Roca




























Tristeza de las cosas

Estos zapatos                                       
Me acompañaron a un estanque                       
Donde el único sonido lo hacían Dios               
Y un caballo tragalunas.                           
Alguna vez se empinaron                             
Frente a una madona de cabaret,                     
Una mujer que parecía                               
Subida en dos gatos de lomos erizados.             
Estos zapatos desaliñados                           
Se agitaban solos,                                 
Cuando la voz de Big Mama Thornton                 
Brotaba de algún lugar del vecindario.             
No fueron de un inválido,                           
Pero mi pereza les recetaba                         
La cuarentena del reposo.                           
No fueron de un ahorcado                           
Pero nunca traicionaron su vocación de aire.       
Alguna vez subieron                                 
Al pequeño pedestal de un lustrabotas               
En una alameda olvidada.                           
Jamás se negaron,                                   
Cuando les caía del cielo un balón perdido,         
A romper un trozo de lejanía.                       
No hicieron fila con los veteranos de guerra       
Y se mantuvieron lejos del reparto de mendrugos.   
El zapatero que los fabricó                         
Debió ser descendiente                             
Del judío errante que huye de sí mismo             
Tras el viento tragaleguas.                         
Volteaban a su aire la esquina de los bares         
Y en ciudades desconocidas                         
Me acompañaron a buscar calles sin fondo.           
Estos hermanos siameses como espejos               
Que ahora viajan en el camión de la basura,         
Se llevan el secreto de caminos desandados         
Mientras la noche esconde millares de zapatos       
/debajo de las camas.                               


Carta En El Buzón Del Viento  

Sin saber para quien,
Envío esta carta en el buzón del viento.
Oscuros hombres han merodeado a mi puerta
Con gabanes abultados por la escuadra de una lugger,
Y en la noche, mientras leía a mis viejos poetas enlunados,
Una legión de sombras ha roto mi ventana.
No son duendes.
No son fantasmas los habitantes de este ebrio rincón del mundo,
Y sin embargo,
Nos hemos visto dando nombres propios a un vacío:
Hay un poblado de hombres desaparecidos
Y es frecuente escuchar en las calles y en los bares
A las gentes que hablan de abandonar un país como un barco
que naufraga.
Sin saber para quién,
Escribo esta carta puesta en el buzón del viento,
Desde una nación donde alguien proscribe el sueño,
Donde gotea el tiempo como lluvia envilecida
Y la risa es condenada por traición a los espejos.
No sé a quién pedirle que abra su ventana
Para que entre esta carta puesta en el buzón del viento.

Lista Negra  

Hago la lista negra de mis dudas en medio de un país diezmado y no
sé si las cartas que no llegan son violadas como el sueño o las mujeres…
(Al amanecer arrecia la lluvia y acaso la tormenta acalle disparos
lejanos…)
No sé, exactamente, si algún hombre en mi país es buscado en la
ciudad con la oculta lámpara de algún ladrón de sueños…
(Alguien al borde de un abismo acaso inicie el retrato hablado de un
ángel…)
Y cuando llega la noche o entro al sueño como a un tren que me
saca de un país oscuro, pienso si algún oculto guardián decidiera
aplicarme la ley de fuga de los sueños…






Juan Manuel Roca (Medellín, Colombia, 1946) Poeta, narrador y  periodista.  En 1997 la Universidad  del Valle le otorgó el doctorado Honoris Causa en literatura. Ha participado como jurado en certámenes literarios nacionales e internacionales. Durante diez años coordinó el Magazín Dominical de El Espectador, separata cultural con la que se formó prácticamente una generación, pues en ésta se publicaron un buen número de poemas, reseñas y comentarios sobre los principales poetas modernos y contemporáneos. Con el libro Las Plagas secretas y otros cuentos ganó el concurso de cuento de la Universidad de Antioquia . Es uno de los poetas más leídos en Colombia, con gran recepción en España y Latinoamérica. Entre los atributos de su poesía sobresalen su declarada obsesión con el lenguaje y la imagen poética de profundas resonancias oníricas, así como la ironía y el sarcasmo; el humor en la obra de Roca antes que un recurso estilístico o literario, es un camino útil para enfrentar las exigencias opresivas de la realidad y resquebrajar las falsas solemnidades del poder y la gloria.


Indran Amirthanayagam: Poemas.

Indran Amirthanayagam




















Carta              
                          
                                        --para J.E.S.

Dile que espero su carta,
que hay unas burbujas
que salen de las aguas termales
duranguenses y no sé
cómo describirlas,
digo, de manera científica,
formal, de la Real Academia.

Dile que no quiero
llevar los 20 volúmenes
o el compact por todos lados,
que hace falta su lectura
de mis manos, de las ideas
americanas
de mi papá adoptivo.

Dile que eligió bien
la novia bailarina,
bailan así sus versos
a un tiempo nuestro,
fracturado, con saltos
pero con una línea
inteligible.

Dile que los extraño,
y a mí no me molesta
si algún crítico comenta
sobre los sentimientos
crudos de esta poesía
de amistades. Dile
que la muerte y el mar

son compañeros
de los poetas románticos
y no nos da vergüenza
reconocerlos
esta tarde de espera
cuando un avión
ha llevado a mi familia

a otra ciudad, otro mar,
y no hay manera
de contactarla—
no quiero decir celulares—
dile que un pasajero
en un avión vuela
en otro mundo

de espera y de tiempo
suspendido. Dile
que me gustaría
que todos los aviones
aterrizaran a mi lado
y sus miles
de amores hambrientos

se reunieran a la vez
con sus pares.
Dile que me gustaría
que me escribiera
en ese avión una carta
antes de aterrizar
para leérmela.


Osos (Valparaíso)

El oso despierta
cuando su olfato toca
el recuerdo; más allá
de las cordilleras
en el brumoso puerto,

entre los callejones
y las tabernas
de los pescadores,
te huelo, me hueles,
el pelo de este pecho

tiembla en tu aliento,
los pescadores siguen
bebiendo sus tragos
y su silencio; desde
el hotel de la esquina

se oyen los gruñidos
de los osos que se fueron
de repente de la taberna
y pagaron su alquiler para
desahogarse como buenos porteños.


Presentación

Los músicos ensayan
en el escenario
para el concierto de la noche;

el público llega
con sus boletos en mano;
no hay programa,  ni introducciones

de los músicos, ni siquiera
palabras de bienvenida.  Imagino
que la música habla por sí misma

como gritos extraños en la selva,
de un pájaro desconocido,
ni siquiera sabemos si es pájaro.


Islas

                             -- para L.D.

 La ciudad es otra
 sin la llamada diaria
 y las revisiones por mail
 del último poema.

 Estamos de viaje,
 alimentándonos siempre
 de nuevos granos y raíces
 y encuentros--

 así es la clave,
 la cifra revelada,
 bañarse en el océano
 aun si es por la última vez.

 ¿Sabes que nunca fuimos
 a la renombrada
 Isla del Padre?
 Cada pueblo tiene su isla. 

 En la mía estás tú,
 bajo una sombrilla,
 con una jarra de té
 y un emparedado de pepino.



 de Sol camuflado (Lustra Editores, Lima, Perú).



Indran Amirthanayagam ( Colombo, Sri Lanka, 1960).Poeta, ensayista y traductor.   Hapublicado a la fecha  cinco poemarios: The Elephants of Reckoning ( premio Paterson en 1994);  El Infierno de los Pájaros ( prólogo de José Emilio Pacheco e ilustraciones de José Luis Cuevas,Mexico, 2001),  Ceylon R.I.P  (Colombo, Sri Lanka, 2001), “El Hombre que Recoge Nidos” (con prólogos de Francisco Hernández y Eduardo Espina, e ilustraciones de Gerardo Cantú, México, 2005.) y The Splintered Face: Tsunami Poems ( 2008).  Reside en los EEUU desde 1975. Es miembro desde 1993 del Servicio Exterior de los Estados Unidos desde 1993. Actualmente dirige la Oficina Regional de Medioambiente, Ciencia, Tecnología y Salud en la Embajada de Estados Unidos en Lima, Perú.