lunes, 12 de diciembre de 2016

Allen Ginsberg: 2 poemas






Allen Ginsberg























 

Plegaria dominical 


Picazón en el canal auditivo que he rascado por años, uso ungüentos,
ligero dolor de espalda,  giro mi cabeza molestias en el cuello 
hace años que estoy perdiendo el pelo, largos duros pelos grises
            crecen dentro de mis orejas
Estoy recostado en la cama los ojos cerrados, puntadas en la lengua
encías irritadas arden alrededor del cuello de algunos dientes-
Desde el decimonoveno año una hepatitis crónica activa
afecta las piedras en mis riñones y eleva mi presión arterial
Mejilla derecha levemente paralizada, el ojo parpadea cansado,
la apatía me deprime, ningún abdomen al que yo pueda besar,
la verga torcida y una inflamada erección duelen_
¿ Por qué mostrarme a mí mismo estas enfermedades ?
¿ Por qué mostrárselas a alguien ?
La sabiduría y la senectud, la enfermedad y la Muerte
vienen transformadas en leyenda desde Buda a Kerouac
Repentinamente soy más viejo -hace mucho tiempo cometí un error.


Sobre la conducta del Mundo que persigue la belleza enfrentada con el gobierno


¿Es esa la única manera en que podemos transformarnos en Indios, en Rinocerontes,
en Cristales de Cuarzo, en granjeros orgánicos, vivir lo que imaginamos fueron Adán y Eva, acariciándose uno al otro los brazos y las piernas temblorosas frente a la Serpiente del Sexo Revolucionario enrollada alrededor del Árbol de la Sabiduría? ¿Al final acerca de qué estaría bromeando Roque Dalton sus dientes castañeteando como una ametralladora mientras debatía tácticas de masas con sus compañeros? Es necesario matar a los Yanquis          
                                                                                                                    /con la gran bomba
Si pero no lo hagas vos solo, mejor consultá a tu madre
para hallar la Correcta línea de Pensamiento, si no consultá a Rimbaud una vez  que le
                 hayan cortado la pierna
o a Lenin luego de su segundo infarto enviándole un mensaje a través de la señora    
                 Krupskaya al georgiano sin modales, y sólo un momento antes de su mortal  
                 arranque de temerosa ira cuando los esbirros de la cheka observaron fríamente desde la puerta asegurándole que todos sus asuntos estaban en buenas manos
no era necesario mudarse─ ¿Qué enfermedad en la profundidad de su estómago ascendió
                  hasta su cerebro?
¿Qué pensó Khlebnikob en el tren hambriento exponiendo su estómago al sol?
¿O Mayakovsky antes de que el proyectil le atravesara el cerebro, que afilada propaganda
                 habrá imaginado dirigida a la acción
en el Burocrático Campo de Batalla del Ministerio de Agricultura Colectiva
                  en Ucrania?
¿Qué consignas para arquitectos Futuristas o qué himnos épicos para las masas de
                  afiliados comunistas en la Futuridad
acerca de la conducta del mundo que persigue la belleza enfrentado con el gobierno?

                                                                                                                                                     27 enero, 1986.


(Versión, Esteban Moore)